fui a un chino
Nada más leerlo no lo creí. Pensaba que las posibilidades de probar cosas nuevas deben ir disminuyendo conforme te haces mayor. Además ¡mi vida es tan aburrida! Pero ahora, una semana después de recibirlo, he de reconocer que este "desconocido amigable" tenía toda la razón.
Sin ir más lejos, ayer fui por primera vez a comer a un chino. Allí todos los tópicos que siempre habían llegado hasta mis oídos se hacían realidad: olor a comida china, decoración granate y rosa y osos panda, dragones y bambú hasta en la sopa.
Para pasar desapercibida y que no se notara que era la primera vez que comía en un restaurante pedí un rollito, pan chino (que, por cierto, sabe a churro), una ensalada china, arroz y pato en bandeja quemada. He de reconocer que la comida no me desagradó, pero, muy mi pesar, los tópicos además de estar en el ambiente y sobre la mesa también estaban en mi cabeza... que si gato o paloma, que si no dejes nada en el plato porque se lo dan al siguiente. Así fue imposible concentrarme en degustar lo que tenía delante.
A duras penas conseguí dejar el plato como una patena (me habían dicho que dejar algo es hacer de menos a estos orientales) y, cuando pensaba que la hazaña estaba terminada, el camarero nos trajo una agua de borrajas en vasito a lo que llamaban "chipito de floles". Me lo bebí después de haberlo olisqueado y salí de allí acordándome de la teoría desconocido a la que le faltaba una claúsula en la que dijese que hacer cosas por primera vez es algo muy emocionante, pero que tiene su riesgo.
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Janire -
Ely -